Abría la caja y siempre estaba allí
el sobre con mensajes distantes
lleno de esperanzas y de alegrías,
muchas veces nostalgias, y mil suspiros.
Cuando luego se mostraba vacía
y la lucha por ver llena su interior era en vano,
cuando la voluntad de abrir la caja invito al temor,
desperté en triste pesadilla y encerré sentimientos importantes
con la llave que desapareció. Quedó el temor y aunque exista
tan sólo un mensaje, mejor imaginar que era el mejor mensaje
y morir tranquilo al recordar.
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